Cuando el amigo imaginario llega a jugar
Aterra a veces tanto a los padres, que incluso suele ser uno de los personajes típicos de películas de terror: el amigo imaginario de los hijos.
El amigo imaginario es un personaje ficticio que algunos niños se inventan como mero compañero de jugos, aunque a veces puede tener también un rol tutelar e indicarles cómo deben comportarse. Suele aparecer entre los dos o tres años y acompañar al niño hasta los ocho, cuando ya tiene plenamente desarrolladas las funciones del lenguaje y la memoria, y comienza a ir a la escuela, donde se relaciona con más personas. Algunos señalan que es un fenómeno característico de los hijos únicos, niños más sensibles a la fantasía o con vocaciones artísticas.
Aunque para los niños el amigo imaginario suele ser bastante real, algunos estudios señalan que muchos pequeños pueden entender que su amigo en verdad no existe. Lo que sucede es que el niño es consciente del mundo que lo rodea, pero a esa edad se le hace difícil asimilarlo por completo tal cual es y prefiere inventar uno donde todo sea posible. Está en su etapa de pensamiento mágico.
Mientras no interfiera en su relación con quienes lo rodean, lo aleje de sus tareas cotidianas o se torne agresivo, el amigo imaginario puede ser útil, tanto para los padres como para los hijos.
A través de su relación con el amigo imaginario, el niño libera sus pensamientos, tanto positivos como negativos. Puede expresar, por ejemplo, su temor a ir por primera vez a la escuela, a dejar el pañal o ir al dentista. Si su amigo imaginario consigue superar los retos, el niño se siente capaz de hacerlo también, lo cual fortalece su autoestima y confianza.
Asimismo, quienes han tenido un amigo imaginario en su infancia en la edad adulta tienden a ser personas con más creatividad, empatía y habilidades de comunicación. Según un estudio de la Universidad La Trobe, en Australia, y la Universidad de Manchester, en Inglaterra, los niños con amigos imaginarios tienen un vocabulario más amplio y creativo, en vista de que estar a cargo de ambas partes en un diálogo desarrolla las habilidades comunicativas. Además, son más empáticos, puesto que desde su infancia han sabido entender el punto de vista de alguien más a un nivel más profundo a través de su amigo imaginario.
Para los padres, el amigo imaginario puede servir como un emisario entre ellos y lo que sienten sus hijos. Recordemos que los pequeños no expresan todo verbalmente y, por eso, observarlos en sus juegos es una fuente valiosa de información. No regañe a su hijo por hablarle al amigo imaginario, pero tampoco participe o estimule el juego. Cuando el amigo imaginario aparezca, simplemente observe a su hijo discretamente y manténgase atento a la información que pueda revelarle a cerca de sus emociones. Asimismo, no lo deje solo durante estos ratos: nunca se sabe cuándo el amigo imaginario podría sugerir saltar por la ventana para volar como Superman.
Es tan sólo una etapa mágica para los niños y un espejo que puede ser muy útil para que los padres vean reflejado en él cómo es en realidad el mundo interno de sus hijos.