Dislexia: tropezarse con las palabras
Hay una lista de personas famosas que padecen dislexia, entre ellas John Lennon, Walt Disney y Keira Knightley. El conocimiento de esta patología, se ha hecho cada vez más de dominio público.
La dislexia, consiste en una dificultad al comprender la lectura correctamente, aunque a nivel de psicología, psiquiatría y pedagogía se prefiere definir como un desnivel entre la capacidad de aprendizaje de una persona y su rendimiento, sin mencionar la palabra “problema” ni encasillarla en categorías físicas, motoras o sensoriales.
Las causas, como sucede con muchas condiciones psicológicas y del espectro del aprendizaje, aún son un misterio. Si bien es cierto que puede haber factores hereditarios en juego, la causa en sí se desconoce.
Estudios neurológicos sugieren que el lado derecho del cerebro (el encargado de procesar la información visual) funciona más lento en los disléxicos que el lado izquierdo (el que toma las riendas del lenguaje), por lo que existe una conexión deficiente entre ambos hemisferios.
Por su parte, la psicolingüística sostiene que quienes padecen dislexia tienen dificultades en dividir el habla y la escritura en estructuras cada vez más pequeñas, por lo que al momento de leer “se tropiezan”.
Por lo general, la dislexia se descubre cuando el niño comienza asistir a la escuela, pero puede estar latente desde mucho antes. Es posible que sean señales de dislexia un lento aprendizaje del habla, dificultad para memorizar números, canciones o los días de la semana, sin embargo, esto aún es motivo de controversia pues pueden ser signos de otros problemas de aprendizaje. La dislexia también puede presentarse mucho después de los primeros años escolares. Hay niños con un alto coeficiente intelectual que pueden ir compensando la dislexia hasta que los textos van alcanzando un mayor nivel de complejidad y, hasta entonces, comenzar a dar señales.
El tratamiento de la dislexia debe ser personalizado y varía tanto como lo requieran las necesidades del niño. Debe ser llevado a cabo por profesionales especializados en el ámbito, tales como neuropsicólogos y psicopedagogos. La meta, por lo general, es volver a aprender el proceso de lecto-escritura, pero esta vez de acuerdo con la velocidad del niño y de una forma que le resulte más atractiva, por medio de juegos, para que el proceso no le resulte tan frustrante como lo pudo haber sido en la escuela convencional.
Los textos deben ser de acuerdo con sus intereses y se le debe motivar a practicar la lectura en voz alta en un ambiente seguro, donde no sienta temor al rechazo. El uso de grabadoras, tablas de datos, resúmenes y colores también puede ser recomendado por el especialista, con el fin de apoyarse en otras áreas más fuertes de la persona.
Si bien es cierto que aún no se conoce cura definitiva para la dislexia, es un hecho que el tratamiento mejora mucho las capacidades de quien lo padece y que no es una limitante para el desarrollo de otras áreas.
Consiste, simplemente, en aprender a otro ritmo, y con la guía adecuada, quienes lo presentan con el tiempo pueden llegar a disfrutar como cualquier otra persona del maravilloso mundo de la lectura.